Yonkis, página matatiempo en el trabajo por excelencia, enlazó un curioso vídeo sobre la etología del autillo cariblanco (Otus leucotis). Lo cierto es que jamás hubiera imaginado ver un documento de este estilo en esta página.
Entre la gran cantidad de rótulos que tanto les gusta insertar a los nipones, se ve una estrategia adoptada por el animal con un claro carácter defensivo. Si el enemigo es, aproximadamente, de su tamaño se infla aparentando ser más grande de lo que es y adopta una actitud intimidatoria hacia su rival. Por contra, si quien osa molestar al pobre autillo es de mayor tamaño que él, lo mejor es, sin duda, pasar desapercibido, de hay que adopte esa extraña posición semejante a una rama rota. Esto junto con el color de su plumaje lo camufla perfectamente, evitando así el tener una mala experiencia.
Por extraño que parezca este comportamiento el autillo cariblanco no es el único que lo practica. Sin incluir a todas aquellas especies que a lo largo de su historia evolutiva han modificado su cuerpo para parecer cualquier cosa del entorno que les rodea, desde hojas a otros animales venenosos, existen muchas especies que modifican momentáneamente su cuerpo para aparentar lo que no son. Y de esto el sapo común, que también recibe el desusado nombre de escuerzo, (Bufo bufo) sabe un rato.
Veamos esta foto, una culebra de collar (Natrix natrix) decide merendarse al otrora protagonista de la fotografía, un sapo común. Si bien el anfibio está bien protegido contra el ataque de, por ejemplo, un perro gracias a el veneno que emiten a través de sus glándulas parietales, en esta situación tiene un problema: la culebra de collar es inmune a este. Así que el sapo opta por aparentar ser más grande de lo que es, para ello se infla y estira las patas e, incluso, se inclina levemente sobre un costado con la esperanza de que la culebra se percate de la imposibilidad de engullirla. Esto parece resultar bastante efectivo, es común que el ofidio acabe descartando al sapo como comida.
Foto propiedad de Brian Bevan, tomada de aquí.
No obstante el más famoso y extravagante de comportamientos similares sea el de la zarigüella de Virginia (Didelphis viriginiana), el único marsupial norteamericano. Animal agresivo y solitario, suele huir ante la amenaza de algún depredador. No obstante, ante situaciones límite en las que la escapatoria es imposible y tras saber que un enfrentamiento no es aconsejable, la zarigüeya se hace literalmente la muerta. Cae sobre un costado inmovil (algo vital , que ironía, por otra parte para hacerse la muerta), acortando su respiración, con el cuerpo tieso y encogido, los ojos fijos y vidriosos, las mandíbulas entreabiertas y la lengua colgando. Por si esto fuera poco, puede llegar a babear, defecar e, incluso, segregar una hedionda y nauseabunda sustancia verdosa. Todo esto provoca una reacción en el depredador que le hace considerar al marsupial como un cuerpo en avanzado estado de putrefacción, perdiendo totalmente el interés en ella. Tras unos minutos la zarigüeya "despierta" y reemprende sus quehaceres diarios. Este comportamiento parece ser un acto reflejo adquirido en el momento en que el ejemplar juvenil alcanza laindependencia. Hay que señalar que existen expertos que aseguran que el marsupial no finge, sino que entra en un estado de tal catatonismo que le provoca el estado anteriomente descrito.
Zarigüeya... ¿muerta? ¡No, solo está fingiendo!