jueves, 25 de noviembre de 2010

Invasores y el borrador de su catálogo



Stephen es una isla localizada entre las dos principales del archipiélago neozelandés. Famosa por mostrar, el tal vez, más curioso e insólito caso de extinción antrópica de una especie. Esta ínsula era el único lugar conocido donde habitaba su homónima especie de chochín* (Xenicus lyalli). Incapaz de volar y exterminado por las ratas que los maoríes introdujeron en principales islas de Nueva Zelanda, Stephen consistía en su último refugio. Hasta que en 1894 se decidió construir en ella un faro. En solo un año, coincidiendo con la descripción de la especie, el chochín fue exterminado por el gato del farero (!), aunque no está del todo claro ya que hay quien dice que en realidad hicieran mella en ella toda una población de gatos asilvestrados. El triste caso de este pájaro sea, tal vez, el que mejor ejemplifique los efectos negativos de la introducción de una especie foránea en un nuevo ecosistema.
Ahora bien hay que señalar que cuando se coloca un nuevo tipo de animal en un hábitat que no es el suyo, es decir, es alóctono, puede comportarse de dos formas distintas. Modificándose el ecosistema levemente e incorporándose a él, llegando a un nuevo equilibrio con las especies autóctonas, caso de la gineta (Genetta genetta), el meloncillo (Herpestes ichneumon) o el algarrobo (Ceratonia siliqua), todos ellos perfectamente asentados en la península ibérica, e incluso, en el caso del primero, expandiendo su área de distribución al resto de Europa. El otro comportamiento que podrían adoptar es el de actuar como especies invasoras. Siguiendo este patrón al instaurarse una especie en una zona fuera de su área de distribución entraría en una durísima competencia con las especies autóctonas, desplazándolas e incluso, en el caso más extremo, llegando a extinguirlas. Aquí nos topamos con una de las mayores amenazas para la biosfera. En 1959 se introdujo en el lago Victoria (África) la perca del Nilo (Lates niloticus), protagonizando así uno de los "episodios de extinción más dramáticos de la historia reciente" (1). Este lago con una antigüedad estimada de entre 250.000 y 750.000 fue el escenario de una increíble radiación adaptativa a partir de una única especie de cíclido, de la cual se produjeron un mínimo de 300 especies nuevas adaptadas a los más variados hábitats y todo tipo de alimentación, hasta que llegó la perca del Nilo. En poco tiempo extinguió a más de 200 especies de cíclidos ya sea por depredación directa o por competencia alimentaria. A esto hay que añadir los efectos sobre el ecosistema global. Al desaparecer la especies comedoras de algas todo el sistema se vino abajo, la algas proliferaron sin ningún control. Al iniciarse el proceso de descomposición una vez muertas, se consume el oxígeno disuelto del agua produciéndose un fenómeno conocido como eutrofización. Obviamente, este tipo de especies tienen también una enorme repercusión económica. Originario de la zona del mar Caspio y del mar Negro el mejillón cebra (Dreissena polymorpha) supone un coste directo al estado español de 100.000.000 de euros anuales, (2) y eso que hasta ahora solo está presente en el tramo inferior del Ebro y en los embalses de Mequinenza y Ribarroja.


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lunes, 8 de noviembre de 2010

Criptozoología: éxitos (y conclusiones)

Hasta hace poco existía la Sociedad Internacional de Criptozoología (ISC, siglas en inglés). Nacida en 1982 suponía la máxima autoridad en asuntos de índole criptozoológico, hasta que la iniciativa naufragó en 1998 asfixiada económicamente. A pesar de ello nos sirve perfectamente para el asunto que tenemos entre manos.
No es la única sociedad fundada cuya temática es la temática objeto de la entrada. Existe una sociedad italiana, estadounidense, belga y francesa. Hasta tuvimos una socieda española con sede en Valencia. Un rasgo común a todas ellas es la constitución de un escudo o insignia que la represente. La imagen superior corresponde al del Gruppo Criptozoología Italia. En él se ve uno de los mayores éxitos criptozoológicos: el okapi (Okapia johnstoni). No hallado hasta 1901 en las selvas de la República Democrática del Congo, esta pariente de la jirafa es el icono por excelencia de los hallazgos faunísticos. Y no es el único éxito de la criptozoología, tenemos al celacanto (Latimeria chalumnae, hallado en 1939), el gorila de montaña (Gorilla beringei, en 1903) o el tapir andino (Tapirus pinchaque, en 1829).

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martes, 2 de noviembre de 2010

Lincicos y monetes

¡Ay los monetes!
Y empecemos con estos. Concretamente sobre su origen, una de esas polémicas paleontológicas en las que se enzarzan los estudiosos del tema. Pero antes de empezar con el turrón introduzcamos un poco de taxonomía de primates, que servirá para aclararnos un poco.
En efecto, los monos pertenecen al mamífero orden de los primates, junto con muchas otras formas que seguidamente iremos desgranando. La primera gran división dentro del orden supone la distinción entre los llamados estrepsirrinos (lémures, galagos y loris), caracterizados por su característico hocico "de perro", y los haplorrinos, con su curiosa nariz "seca". Éstos últimos son diferenciados en dos ramas principales, por un lado los tarsiformes (tarseros y formas afines) y, por el otro, los antropoideos, entre los que se incluyen los monos, simios y nosotros mismos, los humanos.