martes, 1 de junio de 2010

En la puerta de casa I: Trofobiosis

No hace falta irse a recónditas junglas tropicales o salvajes sabanas africanas para poder observar curiosas formas de vida con unas vidas sorprendentes. Lo único necesario es un poco de paciencia, ganas y saber donde mirar.

En estas fechas es bastante sencillo observar una curiosa simbiosis entre dos especies de insectos. El primer paso es localizar una planta que contenga unos famosos bichitos conocidos como áfidos o pulgones, aunque también valdrían cochinillas (cóccidos y pseudocóccidos), chinches arbóreas (membrácidos) y algunas orugas de mariposas licénidas y riodínidas, me centraré en los primeros al ser los más abundantes, al menos en las latitudes por las que se mueve un servidor. El segundo es localizar una colonia de estos insectos en alguna rama, una vez logrado fijémonos en sus quehaceres. En un principio no se ve gran cosa, únicamente a los pulgones succionando con su aparato bucal transformado en un estilete la savia que circula en el interior de los vegetales. Mejor dicho lo que se observa es el "trasero" de estos bichos. Es en este momento, como diría Peter Griffin transformado en tampón, "y ahora sólo toca esperar". Es sencillo ver de repente a alguna hormiga deambulando entre la colonia de los áfidos, lo más curioso es que el himenóptero parará delante de algún pulgón y con sus antenas tocará la parte trasera de éste, como repuesta el áfido segregaría una pequeña gotita que es rápidamente absorbida por la hormiga. Esta gotita, conocida como ligamaza o mielaza tiene un altísimo contenido en azúcar, fruto de la incapacidad del aparato digestivo del pulgón de aprovechar todos los azúcares presentes en la savia succionada, además de algún que otro compuesto proviniente de los procesos fisiológicos del pulgón.



Este tipo de simbiosis recibe el nombre de trofobiosis. Con él las hormigas obtienen un nutritivo alimento y los pulgones la protección a cargo de unas de las defensoras más eficaces del planeta. Es tal el grado de compatibilidad que se ha alcazado en esta simbiosis que existen especies de hormigas con una dedicación exclusiva a su "ganado" de pulgones.

Las especies de pulgones que no conviven con las hormigas expulsan violentamente las gotas de ligamaza producida. De esta forma evitan la proliferación de los siempre temidos hongos sobre superficies pegajosas. Así esos "proyectiles" de ligamaza acaban en el suelo o sobre otras superficies, siendo limadas por las abejas y utilizadas para la producción de miel, de forma que la mayor parte de la consumida por el ser humano proviene de la elaboración del excremento de pulgón. Curioso, como mínimo.

Por último, en su libro, cuya autoría comparte con Bert Hölldobler, "Viaje a las hormigas" Edward O. Wilson, padre del término biodiversidad, cuenta una divertida anécdota con los pulgones. Mientras esperaba a un autobús en Nueva Guinea Wilson se puso a "ordeñar" a unas cochinillas gigantes de forma similar a como lo hacen las hormigas utilizando los pelos de su cabeza, que aunque no lo especifica supongo que se los arrancaría, pudiendo tastar el dulce líquido rezumante. Un tipo peculiar debe ser el tal Wilson.

3 comentarios:

  1. Muy buen post, mucha gente desconoce estas curiosidades aun teniéndolas delante de las narices no saben "ver" (no es lo mismo ver que mirar). Yo desconocía por completo esa distinción de trofobiontes..., ni en el Begon de Ecología lo he visto (acabo de consultarlo...), ¿debe ser algo nuevo no?

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  2. eso ultimo algo loco jajaja

    qué cosas podemos tener delante!!!

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  3. Beli: La única referencia que tengo sobre ese término proviene del libro que nombro. El término ya tiene unos años, la edición que tengo es del 94 o 96!

    Dino: Cuando le cuenta esto a amigos se quedan flipados!!!!

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