lunes, 17 de mayo de 2010

La serendipia en la biología, el caso del kawekaweau

La historia de la ciencia está llena de hallazgos inesperados, y más en ramas científicas como la zoología y la paleontología. Todos estos hallazgos fortuitos se producen por la llamada serendipia, es decir, el descubrimiento de algo de una forma totalmente sorpredente e inesperada.

De cuando en cuando salta a las páginas de la prensa generalista alguno de estos sorprendentes hallazgos. El último sin duda corresponde al del Pliopithecus canmatensis. Este primate del mioceno (hace 11 millones de años aproximadamente) ha sido encontrado durante las obras de ampliación del vertedero de Can Mata (de ahí el nombre específico de la especie), situado a 50 kilómetros al norte de Barcelona (España) (1). Otro caso menos reciente, de noviembre del pasado año, es el de Kinyongia magombeare, la nueva especie de camaleón encontrada en la boca de una serpiente (2).

Existen muchos otros ejemplos similares. En 1981, en las Colinas de Palni del sur de la India, el hijo de 3 años de un herpetólogo se puso a jugar con una serpiente al borde de un camino cerca de una pequeña zona boscosa, mientras el padre intentaba localizar otro ofidio. El chiquillo, motivado por la sana curiosidad infantil, extrajó un poco de cemento de una pared de piedra, cayendo a sus pies. El ejemplar resultó ser una nueva especie para la ciencia, Oligodon nikhili (3).

También es verdad que existen muchas leyendas alrededor de varios descubrimientos, sobretodo paleontológicos. Stephen Jay Gould desmontó en su fantástico libro "La vida maravillosa" (4) una idea bastante famosa referente a como se descubrió el archiconocido yacimiento de Burgess Shale. Siempre se decía que el fortuito encuentro de estos fósiles, que marcarían un antes y un después en la historia de la paleontología, por parte de Charles Doolittle Walcott fue fruto de una angustia situación. Al final de la campaña de excavación, a las puertas ya del crudo invierno, el caballo de la esposa de Walcott resbaló volteando una laja y dejando al descubierto un resto fósil que destapó toda la riqueza que guardaban esos estratos de las Montañas Rocosas canadienses. En realidad, el geólogo decimonómico conocía ya el yacimiento tras una prospección paleontológica como el Monstruo Espageti Volador manda en la última semana de agosto.

Lo que sí es un auténtico filón para cualquier científico que desee describir una nueva especie es, sin lugar a dudas, el sótano de cualquier museo de historia natural de cierto prestigio. Esto es lo que les ocurrió a  Aaron M. Bauer y Anthony P. Russell en 1986 en el museo de Marsella.


Algunas imágenes del kawekaweau (Hoplodactylus delcourti), donde se aprecia su coloración y la longitud alcanzada.

Ambos autores se dispusieron a estudiar un ejemplar naturalizado de gran lagarto, abandonado en las colecciones del museo marsellés, sin ni siquiera conocerse ni su procedencia ni la fecha de su recolección. Sea como fuere que el espécimen hubiera llegado a las vitrinas del museo, el estudio arrojo que Bauer y Russell se habían topado con el holotipo* del mayor gecko conocido, con unos 64 centímetros de longitud superaba en un 58 % al , hasta entonces, mayor gekónido comocido, Rhacodactylus leachanius, de unos 24 centímetros. El lagarto en cuestión fué bautizado como Hoplodactylus delcourti (4), en honor a Alain Delcourt, científico de dicho museo, quien encontró al animal conservado hacia 1979.

Kawekaweau descansando en un tronco, una nueva maravilla de la mano de Hodari Nundu, dibujante oficial del blog.

Una vez ya catalogado el ejemplar es, en este caso, relativamente sencillo saber, o al menos intuir, la procedencia del animal. Tras el estudio taxonómico y su catalogación como perteneciente al género Hoplodactylus caben dos posibilidades: una, que dado que todos los representantes del géneros son neozelandeses H. delcourti procedería de dichas islas, y, la segunda, es que tuviera su origen en Nueva Caledonia, donde se registra la mayor densidad de reptiles en todo el planeta y aún bajo el mandato francés, lo que explicaría la presencia del especimen en el museo gabacho. Obviamente se optó por la primera opción, ya que es, como se dice en el mundillo científico, es la más parsimoniosa. Aún es posible afinar más. El folcklore maorí habla de la existencia en la Isla Norte de un gran lagarto forestal que responde al nombre de kawea o kawekaweau. Durante el siglo XIX corrieron rumores sin confirmar de encuentros, tanto de maoríes como de colonos, con este enigmático ser. En 1873 Mair describió al reptil en cuestión a través del encuentro que tuvo tres años antes un jefe de la tribu de los Urewera con un kawekaweau, según escribió el reptil fue encontrado bajo la corteza de un árbol muerto, medía dos pies de largo (aproximadamente unos 60 centímetros) y era tan grueso como la muñeca de un hombre, de un tono marrón con rayas rojizas. Esta descripción física casa perfectamente con el especimen marsellés y, por otro lado, que se hallara bajo la corteza de un árbol muerto concuerda perfectamente con el modo de vida supuesto para un gecko nocturno, confirmado tanto por el gran tamaño de sus ojos como a que todos los miembros del género Hoplodactylus desarrollan su actividad una vez se ha puesto el astro rey. Por tanto, teniendo en cuenta el material del que disponemos, se puede afirmar con un elevado grado de acierto que por fin se puso ojos y cara a un ente del folcklore maorí. No obstante, han surgido voces discordantes sobre el origen de H. delcourti, ya que el museo francés no dispone de más ejemplares neozelandeses entre sus colecciones, y sí neocaledonianas y de otras partes del Pacífico sur. De todas formas, no se conservan datos sobre ningún espécimen donado al museo entre 1833 y 1869, y las expediciones francesas durante el periodo de colonización del territorio neozelándes fueron numerosas, actuando el puerto marsellás como entrada y salida hacia las regiones orientales, así que éste es un motivo más para afimar el origen neozelandés del H. delcourti.
 


Fotografía propiedad de Ray Pigney. Obtenida de aquí.

En cuanto a su estilo de vida se le ha supuesto una alimentación carnívora a base de insectos, huevos y pollos de aves y otros reptiles, teniendo un importante papel predatorio en el ecosistema isleño.

Se supone que el kawekaweau está extinguido en la actualidad, no obstante existen rumores sobre la posible existencia de unos pocos ejemplares en áreas remotas de la isla Norte neozelandesa. Curiosamente muchos de estos avistamientos se produjeron en una fecha posterior a la descripicón del gekónido, y, desgraciadamente, las expediciones organizadas en su búsqueda han resultado infructuosas. Viendo este precioso ejemplar se hace cierta esa afirmación de alguien dijera alguna vez, sin faltarle un ápice de razón, que cuando una especie se extingue el mundo se vuelve más triste. De todas formas, habrá que estar atentos a ver que maravillas se esconden dentro de las bastas colecciones que los museos aguardan esperando a ser catalogadas.

* Como holotipo se conoce al espécimen usado como tipo durante la primera descripción científica de una especie, a partir del cuál se fijan las características que definen al taxón. En este caso coincide con el único individuo conocido (y conservado) de la especie.

Bibliografía:
  1. Alba, D. M.; Moyà-Solà, M. et al. 2010. A new species of Pliopithecus Gervais, 1849 (Primates: Pliopithecidae) from the Middle Miocene (MN8) of Abocador de Can Mata (els Hostalets de Pierola, Catalonia, Spain). American Journal of physical anthropology. DOI: 10.1002/ajpa.21114. Resúmen.
  2.  Menegon, M.; Tolley, K. A.; et al. 2009. A new species of chameleon (Sauria: Chamaeleonidae: Kinyongia) from the Magombera forest and the Udzungwa Mountains National Park, Tanzania. African Journal of Herpetology, 58 (2): 59-70. Artículo.
  3. Gould, S. J. 1991. La vida maravillosa. Drakontos Bolsillo. 
  4. Bauer, A. M., & Russell, A. P. 1986. Hoplodactylus delcourti n. sp. (Reptilia: Gekkonidae), the largest known gecko. New Zealand Journal of Zoology 13: 141-148. Artículo
  5.  Bauer, A. M., & Russell, A. P. 1987. Hoplodactylus delcourti (Reptilia: Gekkonidae) and the kawekaweau of maori folklore. Journal of Ethnobiology 7 (1): 83-91. Artículo.

2 comentarios:

  1. Menudo peazo de bicho! Te has dejado el caso más antológico...Baryonyx y la garra que vio Walker. Es un caso que siempre me ha chocado (parece cuento chino ;-)

    un abrazo!!!

    ResponderEliminar
  2. eh, no sabi la anécdota del caballo en Burgess!

    a veces así es!

    ResponderEliminar